¿Es acaso que la belleza está en el ojo del observador, o será posible que exista algo externo que nos dicte lo que es bello y lo que no? ¿Cómo es que los seres humanos determinamos que algo nos resulta bello, y por qué lo creemos así?
Hoy en día –y gracias en gran parte al psicoanálisis- los científicos creen que lo bello, independientemente de la cultura, sigue una serie de patrones que pueden ser determinados por una constante: Phi (o la proporción áurea) (GoldenNumber.Net, s.f.).
En su teoría de los arquetipos y el inconsciente colectivo, Jung (1970) propone la existencia de una infraestructura biológica –instintiva- que hace que las cosas nos parezcan bellas. Lo cual, significa que existe, efectivamente, un patrón gracias al cual nos es posible determinar lo que es bello y lo que no. Ya sobre esa base, ponemos nuestra perspectiva cultural[1] y nuestra visión interior[2]; pero dicha infraestructura apunta a ser un patrón invariable, e independiente de su contexto y su cultura.
Dimask[3], es un programa que nos permite descargar una máscara que cumple con los patrones encontrados en la proporción áurea, que determinan si un rostro es bello o no.
Originalmente, la máscara fue creada por el Dr. Stephen R. Marquardt[4], quien creó la máscara basándose en secuencias matemáticas que determinan los patrones de la belleza humana (Foundation, s.f.).
La dinámica –no sólo en Dimask, sino también en varios sitios web- supone que, a medida que los rasgos de tu rostro encajen en la máscara, serás, o no, bello. De este modo, la aplicación está libre para descargarse y cualquiera puede, a través de ella, ver qué tan feo o guapo es.
¿Pero qué repercusiones tendrá esto en sociedad? Creo que el hecho de que exista una máscara que determine la belleza de la persona, puede ser un modo de exclusión para aquellos que, acorde a las dimensiones de la máscara, se den cuenta de que son feos. Y, realmente, cuál es la necesidad de catalogar a una persona como bonita o fea, bajo las constantes matemáticas de algo que, no debemos olvidar, ha sido también un invento humano y puede estar equivocado.
Las dinámicas de inclusión y exclusión por medio de redes tanto presenciales como online, se potencializa cada vez más con el desarrollo de aplicaciones y programas de esta índole.
Quizá meterte al programa y descargarlo en tu lap o tu PC, para corroborar tus índices de belleza, resulte una actividad divertida de hacer con tus amigos y/o familia, novio(a) o incluso tú solo. Pero, si ya de por sí la sociedad como está resulta excluyente, ¿por qué darle más armas para que continúen ejerciendo coerción psicológica sobre aquellos que, para los ojos de la comunidad, resulten menos bellos?
Existen traumas y trastornos psicológicos generados por la presión social de querer encajar en un envase prefabricado de belleza. Si seguimos fomentando estas prácticas colectivas de exclusión, el futuro de la humanidad apunta a que las siguientes generaciones vivan más aisladas, porque se les excluye; con un mayor miedo al prójimo, e incluso sintiéndose rechazadas por el resto que, no sintiéndose de modo distinto, reproduce las mismas prácticas que excluyen.
Referencias:
Foundation, M. (s.f.). MBA Marquardt Beauty Analysis. Obtenido de http://www.beautyanalysis.com/index2_mba.htm
GoldenNumber.Net. (s.f.). Obtenido de http://www.goldennumber.net/
Jung, C. G. (1970). Arquetipos de inconsciente colectivo. Buenos Aires: Paidós.
[1] Conjunto de acuerdos creados en sociedad, que dictan lo que es bello en cada cultura.
[2] Es el modo en que incorporamos esos significados –adquiridos en sociedad- a nuestro propio sistema.
[4] Cirujano plástico, graduado de la UCLA y miembro activo de Societies of Maxillofacial Surgeons en California.